Cuando se habla de
planeación estratégica, es necesario hablar sobre objetivos y metas. Al igual
que la temática sobre Misión y Visión, aquí también existe mucha confusión
sobre la definición de cada uno de estos términos. En la presente investigación
se encontraron diferentes fuentes, donde para algunos los términos son muy
diferentes, para otros son casi sinónimos e incluso para otros son casi terminologías
intercambiables. Debido a que esto incluso pude generar confusión en los
lectores de esta síntesis, se ha procedido a tomar una postura, la cuál de
manera simplista intenta ejemplificar de manera no muy subjetiva esta temática.
En una película
para niños y adolescentes llamada “Alicia en el país de las maravillas”, hay
una escena que llama grandemente la atención y que ayuda a introducirnos a este
último tema en el presente trabajo. La película muestra cómo Alicia (la
protagonista) se pierde en la inmensidad
del bosque, llega donde un gato y le pregunta: “¿Por dónde me puedo ir?” a lo
que el gato contesta: “¿Hacia dónde vas?”, y la joven responde: “No importa
hacia donde vaya, sólo quiero llegar”, ante esta respuesta tan extraña el gato
le da una réplica casi igual de extraña diciéndole a la joven: “entonces no
importa por donde te vayas, sigue y llegarás”. Esta conversación es muy
confusa, pues la joven no sabía adónde iba, ni el gato sabía decirle cual
camino tomar. Así de confuso resultan muchas veces las planificaciones en
algunas congregaciones y ministerios: “Se sabe que se quiere llegar, pero no se
sabe ni a dónde, ni cómo”. Una buena Planeación Estratégica entonces requiere
saber dónde se quiere llegar y busca los caminos para poder llegar a lo
deseado, y es aquí donde necesariamente se tiene que hablar de Metas y
Objetivos.
A continuación
se presentan definiciones seleccionadas
por su fácil aplicación y entendimiento:
Meta: Es un blanco
al que se trata de atinar y el que uno tiene la esperanza de alcanzar.
Objetivos: Son
pasos mensurables a corto plazo diseñados para llevar a la organización hacia
el logro de metas a largo plazo (Anthony & Estep,
2006, págs. 81,84) .
Esta imagen
refleja lo que estas dos definiciones tratan de explicar:
Entonces al
momento de realizar un plan estratégico, se deben considerar algunos elementos
importantes, pues todos los objetivos deber estar orientados a alcanzar una
meta, ya sea individual o colectiva. Los objetivos serán entonces pequeños
pasos, que una vez cumplidos sistemáticamente, me llevarán a la meta deseada.
Se deben tomar en
cuenta algunos elementos respecto a los objetivos, casi toda la literatura
existente respecto al tema sugiere que se apliquen los siguientes aspectos
respecto a los objetivos:
ü Deben
ser Específicos.
ü Deben
ser Mensurables (debe haber alguna manera de medir si se están alcanzando)
ü Deben
ser Alcanzables.
ü Deben
ser Realistas.
ü Deben
de tener un tiempo específico.
En lo que respecta
a las metas, estas deben ser planteadas de forma correcta, véanse aquí tres
ejemplos hipotéticos que llevarían las metas a un planteamiento erróneo:
v No existen metas inferiores a lo que ya se
está haciendo.
“Estamos creciendo 5
miembro por año, nuestra meta para el próximo son 4”.
v A veces las metas en
las iglesias son poco ambiciosas por el miedo o temor a fracasar.
“Nuestra ofrenda
mensual es de 800.00 Lps, el próximo mes será de 805.00 Lps.”.
v Por otro lado, están
las metas ficticias, que se sabe que por el contexto en el cuál esté la persona
o la organización, simplemente no son alcanzables.
“El próximo año
seremos mil miembros, los 15 que somos debemos trabajar muy duro para lograr la
meta”
SÍNSTESIS FINAL
La Planeación
Estratégica es muy poco conocida dentro de nuestro contexto eclesial, muy poco
o casi nada se escucha sobre esta temática en nuestras iglesias de Cristo, el
mundo protestante se ha interesado más que nosotros por estos principios. Más
allá de “satanizarlos” o “desecharlos”, se debería de hacer una reflexión seria
sobre su aplicación en nuestros ministerios, pues muchos de estos principios
una vez que son puestos en práctica, dejan ver los maravillosos beneficios del
mismo y le dan un impulso de orden y
planificación a lo que hacemos para el Señor. Se anima al lector del presente
trabajo a que aplique cada uno de estos principios, que se inicie a desarrollar
una correcta planificación dentro de nuestra hermandad, para que así el Señor
también sea glorificado en cada cosa que hacemos y planeamos para su obra.
Por Guadalupe Mayo
Bibliografía:
Anthony, M.,
& Estep, J. (2006). Administración Básica para iglesias y ministerios
cristianos. Colombia: Editorial Mundo Hispano.
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