jueves, 1 de junio de 2017

El "Mapache" Smith, usando correctamente el humor en la predicación

Cuando se piensa en grandes hombres de Dios, pocas veces se piensa en características como el humor y el carisma como calificativos para hombres revestidos con autoridad divina. John Smith fue uno de las más grandes evangelistas que ha tenido la iglesia del Señor, fue muy popular en su época debido a su gran amor por el Señor y por su obra; así como por ser un hombre de Dios que reía y hacía reír a otros constantemente.

John Smith nació el 15 de Octubre de 1785 en el estado de Tennessee. Era descendiente de padre alemán y madre irlandés; sus padres eran descendientes de inmigrantes que tenían muchas carencias materiales; Smith fue el noveno de trece hijos. Smith creció en una pequeña cabaña entre los bosques, con mucho animales a su alrededor, muchos de estos animales eran mapaches. Más tarde cuando llegó a ser un predicador popular llenaba sus historias con ilustraciones de la niñez y fue así como la hermandad le empezó a llamar “el hombre de los mapaches” o “el mapache Smith”.  Smith no tuvo la oportunidad de recibir mucha educación de la época, aprendió lo básico: Leer y escribir. Posteriormente se mudó al estado de Kentucky donde creció en un contexto bautista, de hecho fue bautizado en dicha denominación y también predicó fervientemente por la causa bautista. Fue hasta el año de 1823 que supo de Alexander Campbell por medio de la revista “El bautista cristiano” y fue así como llegó a conocer sobre la teología de los Discípulos de Cristo. En 1824 se unió a los discípulos y se convirtió en un gran instrumento para la causa de Cristo en aquella época.

John Smith fue un predicador lleno de humor y carisma y esto hacía que las personas simplemente quisieran estar junto a él. En una ocasión un hombre llegó donde Jacob Creath (otro predicador de la época) y le dijo: “Ya llegó! Ya llegó! el hombre que creció con los mapaches ya está aquí, todo mundo está lo está yendo a buscar, se llama Smith”; su forma de hablar, sencillez, humildad y carisma se convertían en un imán y así atraía a las personas para hablarles del Señor. En cierta ocasión después de viajar por horas para escuchar un discurso de Alexander Campbell Smith lo elogió después del evento diciendo: “No es difícil viajar veinte millas en caballo para escuchar a un predicador por treinta minutos” causando gran risa entre la audiencia, pues se refería al discurso de más de dos horas dado por Campbell, tiempo muy común en aquella época para los predicadores. En ocasiones Smith se equivocaba al citar ciertos pasajes de la escritura y en lugar de proyectar frustración hacia la audiencia se reía de sí mismo, causando así gran empatía de parte de aquellos que lo escuchaban; por ejemplo en marzo de 1822, mientras predicaba se dio cuenta que algunas ideas que daba en su sermón no estaban muy respaldadas por las escrituras, así que se detuvo a mitad del sermón y aceptó delante de los hermanos la falta que había cometido, pero la audiencia en lugar de molestarse por la sucedido, agradeció su honestidad y tomó de manera positiva lo ocurrido. Smith era muy eficaz en sus predicaciones, y no sólo hacía reír a las personas, también las hacía reflexionar en sus vidas espirituales y fue así como logró muchas conversiones, ejemplo de esto es el reporte que registró la revista El Bautista Cristiano para los meses de Febrero a Abril de 1828, se registró que Smith había bautizado a 339 personas. Sin duda alguna que su carisma y humor tuvo algo que ver en atraer a estar personas al Señor.


Un predicador que se niega completamente a utilizar el humor como una herramienta de comunicación, posiblemente no logrará obtener los objetivos deseados con su audiencia. No es la propuesta del presente escrito incentivar a todos los predicadores a hacer de sus sermones monólogos de humor ni hacer reír a las personas como si estuviesen en un show de comedia, pero sí es necesario reconocer que el humor es algo necesario para cuando las personas están pasando por circunstancias difíciles, nunca está de más sacar una sonrisa de aquel que está en aflicción. El ministerio de John “el mapache” Smith es un ejemplo de cómo la predicación puede ser eficaz con un poco de humor, acompañado por un gran carisma y testimonio de integridad por la causa de Cristo. 

Autor: Guadalupe Mayo

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